lunes, 31 de julio de 2017

Cristo, un amigo exigente




Cristo, un amigo exigente


Jesucristo

El camino para llenarse de Cristo no ha cambiado desde que El apareció sobre la tierra.


Por: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net 



Eran tres hermanos, buenos amigos de Cristo. Se llamaban Marta, María y Lázaro. En su casa de Betania hospedaban a Jesús siempre que iba o regresaba de Jerusalén y con su amable acogida no pocas veces hicieron olvidar, por un momento, la dureza de corazón de aquella ciudad.

Jesús les correspondió como siempre que encuentra tan buena recepción: desbordó sobre ellos toda su amistad, simpatía y buen humor.

Eran, pues, cuatro buenos amigos.

El Evangelio nos presenta unas páginas de la historia de esta amistad. Un poco desconcertante, quizá, para los que todavía no conocemos con profundidad a Cristo y su original amistad.

Sucede que se enferma Lázaro y sus hermanas mandan un mensajero a Jesús para avisarle. Aquí tenemos una primera prueba de la amistad de Cristo: ellas, que lo conocen tan bien, no dudan en hacerle partícipe de su dolor. Y lo hacen, además, con arte y delicadeza típicamente femeninas: "Señor, tu amigo está enfermo". ¡Qué confianza en Cristo! Conociendo el peligro que correría Jesús si fuese a Betania -los sumos sacerdotes habían puesto precio a su cabeza- no le quieren obligar con una petición abierta. Sólo le manifiestan su necesidad y le reiteran su confianza. Haga lo que haga, saben que Él seguirá siendo su amigo.

Jesús despide al mensajero sin ningún recado y da largas al asunto. El evangelista Juan sale al paso de la duda del lector: "Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro". Sí, pero... "se quedó allí otros dos días". ¡¿Cómo?! ¿Y eso es amistad?!! Jesús mismo es el que responde: "Lázaro, nuestro amigo, ha muerto". ¡Nuestro amigo! ¡Ha muerto! Si fuera auténtico su amor por El, ¿no debería haber impedido que muriese?

Y se dirige a Betania. Una tras otra, las dos hermanas le dan noticia envuelta en el mismo reproche: "Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano". También nosotros nos acercamos a Cristo muchas veces con nuestra lista de reclamaciones:

Señor, si Tú hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi padre tan cruelmente atormentado por ese cáncer.
Señor, si Tú no lo hubieses permitido, mi novio no me hubiera abandonado.
Señor, si Tú hubieras estado aquí, seguramente tendría más éxito en mi carrera, en mi familia, en mis negocios...

"Si hubieras estado aquí..." ¿Por qué permitiste ese suspenso -merecido o no-, esa humillación, esa enfermedad, ese egoísmo, esa debilidad, ese dolor? ¿Y por qué se clava en mi carne y me molesta tanto ese mandamiento tuyo? ¿No eres tú mi amigo? ¿Entonces?

Jesús no nos responde todavía.

Viendo llorar a Marta y a María y a los judíos que estaban a su alrededor, Jesús sollozó y preguntó muy conmovido: ¿Dónde lo habéis puesto? Y volvió a llorar. Los judíos comentaban entre sí: ¡Cómo lo quería! Pero otros: ¿y por qué, entonces, no ha impedido que muera? El que tiene poder para devolver a un ciego la vista, ¿no hubiera sido capaz de impedir la muerte de su amigo?"

¡Claro que sí! Si hubiese querido. Pero su amistad es un tanto especial. No obedece nuestra lógica. Como tampoco siguió nuestra lógica el amor de su Padre, que le fue guiando por caminos poco cómodos hasta la muerte nada honrosa de la cruz, a pesar de ser "su Hijo muy amado, en quien había puesto todas sus complacencias" (Mt 3, 17).

La amistad de Cristo aplica el mismo silogismo que su Padre: a mayor amor, mayor prueba, mayor dolor, mayor sufrimiento. Cuanto más cerca de sí tiene a un alma, le deja tomar, como prueba de amistad y de confianza, mayor parte del madero, la asocia más íntimamente a su obra redentora.

Jesús llora de nuevo ante el sepulcro de Lázaro. No sólo por su amigo, al que va a rescatar de la muerte de un momento a otro, sino también por nosotros. Por cuantos queremos seguirle, sí, pero por otros caminos. Por los que hollamos sus huellas en la arena, pero no entre las piedras y cantos de la vía dolorosa. Por los que convivimos muy contentos con El hasta la fracción del pan y escurrimos el bulto cuando vemos que se proyecta la sombra de la cruz.

Jesús llora. Quizás porque son pocos sus amigos de verdad. Porque quizás son pocos los que han muerto a su egoísmo para que El viva en sus corazones. Y Jesús sólo podrá resucitar a quien antes haya muerto.

"Lázaro, sal fuera". Morir para vivir, perder la vida para recibirla de manos de Cristo. La eterna paradoja del Evangelio... y de la amistad de Cristo.

Y el camino para llenarse de Cristo no ha cambiado desde que El apareció sobre la tierra: a Cristo se le sigue por la abnegación, a Cristo se va por la cruz. No tenemos que inventar cosas raras para llegar a El. Cada uno lleva a su espalda un cúmulo de defectos que lo separan de su doctrina y, en ellos, en la cruz que nos impone el combatirlos, lo alcanzaremos.

Adrienne Pueschel era protestante a su manera... pero la misa funeral de Juan Pablo II la cambió




Adrienne Pueschel era protestante a su manera... pero la misa funeral de Juan Pablo II la cambió

Oyó por televisión la letanía de los santos en aquel funeral y quiso hacerse católica


Por: P.J. Ginés | Fuente: Religión en Libertad 



Es asombroso constatar como los actos públicos de los Papas, y sus escritos, han podido tocar corazones y acercar a muchos a la fe.

La senadora socialista Mercedes Aroz se sintió interpelada al ver a Juan Pablo II en la JMJ del año 2000convocando tantos jóvenes.

Al periodista iraní Sohrab Ahmari le impresionó la visita de Benedicto XVI a EEUU en 2008 y eso le hizo leer su libro.

El joven Reinhard Fuchsluger, "ateo, marxista y amargado", se convirtió cuandoescuchó a Juan Pablo II bendecir la Navidad por radio.

El discurso de Ratisbona llevó a la joven atea Megan Hodder a leer un librito corto de RatzingerSobre la conciencia, que fue lo que la llevaría a bautizarse.

Roger Dubin, de familia judía, decepcionado por la New Age, el funeral de Juan Pablo II en la TV y la salida al balcón de Benedicto XVI en 2005, le convirtieron al catolicismo misteriosamente

Y en esta línea se inscribe el caso de la norteamericana Adrienne Pueschel, que escuchando por televisión las letanías de los santos del funeral de Juan Pablo IIen 2005, en su casa rural en los bosques de Oregón, decidió que tenía que hacerse católica. Tenía entonces 51 años y antes de ese momento había recorrido todo un itinerario espiritual.


Una familia de origen poco religioso
"Recuerdo que cuando tenía 8 años pregunté a mi madre, sinceramente, por qué nuestra familia no era 'algo', por qué no íbamos a la iglesia. Mamá respondió que ella y papá creían que los niños debían descubrir eso por su cuenta", explica Adrienne en su testimonio publicado en CHNetwork.

La familia de su abuela materna había sido católica polaca, pero precisamente su abuela se alejó de la religión al fugarse con un episcopaliano sin devoción. Pero la mamá de Adrienne decidió que la niña sí debía aprender algo y le encargó a una"señora mayor y vecina muy excéntrica" que le diera clases de Biblia en el patio de casa. "Me daba una fresa untada en azúcar cada vez que yo recitaba lo de 'tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo para salvarlo', de Juan 3,16".


Misa católica y culto con los mormones
Su primer contacto con el catolicismo fue acompañar a una amiguita a misa: ella le enseñó a arrodillarse en cierto momento y a sentarse esperando mientras todos se levantaban para "comer algo que les daban allí delante".

La familia de su padre eran mormones. Aunque él no era practicante ni hablaba de Dios, Adrienne iba al culto mormón algunas veces con sus abuelos. Allí si la dejaban comer pan blanco y beber un dedalito de licor, como símbolo de la Última Cena. Su abuelo le dejó un gran recuerdo de persona buena, amigable y religiosa.


Berkeley en los 60
Asistió a un instituto experimental y artístico en la muy alternativa Berkeley de los años 60. El teatro y la música la sedujeron desde la adolescencia, desde que vio el musicalOklahoma.

En 1964, sin ser gran fan de los Beatles, se leía los libros de John Lennon y lo tenía -igual que otras multitudes- como un ídolo. La vida parecía música y arte. Luego trabajaría en San Francisco en la industria de la publicidad televisiva.

En 1977, Adrienne vio en televisión la película "Jesús de Nazaret" de Franco Zeffirelli. Para ella fue "descubrir a Cristo", como algo vivo, accesible... Pero otras muchas cosas la entretenían y no acudía a ninguna iglesia.

En apenas un año, en 1980 y 1981, unos actos violentos que vio en televisión la hicieron pensar. El 8 de diciembre de 1980 disparaban y mataban a John Lennonante su casa, en Nueva York. En marzo de 1981 el presidente Ronald Reagan sobrevivía a un intento de asesinato. Y dos meses después, el 13 de mayo de 1981, era el Papa Juan Pablo II quien casi muere por los disparos de Alí Agca. Ese mismo día murió por causas naturales su abuelo, que era aún visto como el "patriarca" de la familia.

En un mundo que parecía fundarse en la violencia, a ella le consolaba mucho la música de Ellie Greenwich, como una inocencia pop de los 60, y fue a través de esta afición y su club de fans que conoció a los 38 años a Brad, que sería muy pronto su marido. Como ella, era una persona de sensibilidad artística, pinchadiscos en una radio de clásicos antiguos, columnista en una revista de beisbol, profesor voluntario de inglés para refugiados vietnamitas y contable en una empresa de música. Y también se había emocionado con el "Jesús" de Zeffirelli.


Leyendo la Biblia en los bosques
Ya casados, se mudaron a los bosques de Oregón en 1992. No tenían hijos y por su edad deducían que no los tendrían. Empezaron a preguntar a Dios cómo orientar su vida, y se leyeron la Biblia, entera, dos veces. Leyeron Mero Cristianismo de C.S. Lewis. Artísticamente habían sido algo bohemios, pero en lo moral y lo político eran conservadores. También en lo litúrgico: buscaban iglesia por Oregón y querían que tuviese libros de himnos, "historia, tradición, grávitas". 

Con la Madre Angélica en TV
Descubrieron el canal católico EWTN de la Madre Angélica y se fueron aficionando a él. Lloraron cuando murió Ronald Reagan en 2004 y antes de un año, en 2005, murió su aliado en la lucha contra las tiranías comunistas, Juan Pablo II.

Ellos, el matrimonio Pueschel, seguían los funerales del Papa desde la EWTN, con comentaristas como el antiguo pastor luterano y ahora sacerdote católico Richard John Neuhaus. Todas las autoridades del mundo acudían a rendir homenaje al difunto Pontífice, y la misa y su liturgia marcaban su propio ritmo, indiferente a los poderosos y sus prisas.

Y ahí, ante la televisión, Adrienne vivió la experiencia que cambió su espiritualidad.

"Cantaron la letanía de los santos en latín y de alguna manera entendí que la Iglesia llamaba a estos santos, tan variados, durante tanto tiempo fallecidos, pidiendo su oración por nosotros. Fíjate, ¡podían rezar por nosotros desde el Cielo! ¿Por qué nadie me lo había dicho antes? Fue una nueva cascada de lágrimas".

"¿La Iglesia había tenido razón sobre el Cielo todo el tiempo? Y sólo ella había mantenido esta fe, entre tanta ignorancia, confusión y desdén. De repente, dije en voz alta: 'Han tenido razón sobre todo durante dos mil años'. Todo ese cántico, la belleza, las ceremonias antiguas... esta Iglesia sabía qué hacer y lo hacía bien".

Después el cardenal Ratzinger habló de Juan Pablo II con 3 claves: su amor al teatro, puesto al servicio de Dios; su entereza al abrazar la Cruz, su amor especial a la Virgen, quizá por haber perdido su madre de pequeño. También Adrienne amaba el teatro, también ella necesitaba encauzar lo maternal y la Cruz en su vida espiritual. Y también ella era de antepasados polacos.


En coche a la pequeña parroquia de Fátima
Pocos días después acudieron a una parroquia católica dedicada a la Virgen de Fátima, a 45 minutos en coche de su casa. La madre de Brad murió en esas fechas de 2005, precisamente el 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, día del atentado, día de la muerte del abuelo de Adrienne.

El padre William McHugh, de los oblatos de María Inmaculada, les preparó con unas catequesis personalizadas y fueron acogidos en la Iglesia Católica. La televisión EWTN de la Madre Angélica los acompañó en la fe.

En 2010 viajaron a Europa en una peregrinación católica: Turín, Asís, Loreto, Lanciano, San Giovanni Rotondo, Roma... En su pequeña parroquia de Oregón han sido catequistas y responsables parroquiales.

"Descubrimos, como dice Chesterton, que la Iglesia Católica parece pequeña y estrecha por fuera pero abre espacios infintos vista desde dentro", señala Adrienne.
En el vídeo que acompaña este artículo se puede veer la procesión con letanía de los santos que impactó en la vida de Adrienne
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:ReligionEnLibertad.com

http://es.catholic.net/op/articulos/66117/adrienne-pueschel-era-protestante-a-su-manera-pero-la-misa-funeral-de-juan-pablo-ii-la-cambio

¿Qué es el matrimonio? Responde una mujer cuyo esposo padece un tumor cerebral de evolución incierta




¿Qué es el matrimonio? Responde una mujer cuyo esposo padece un tumor cerebral de evolución incierta

Su esposo ha perdido «la chispa y el encanto»


Por: n/a | Fuente: Religión en Libertad 



Dorothy Cummings es una escritora canadiense, licenciada en Literatura Inglesa y colaboradora habitual de varios medios católicos, y autora de varios libros, entre ellos uno traducido a varios idiomas:Seraphic Singles [Solteros seráficos], que en forma desenfadada aborda la vida de una joven católica dispuesta a vivir conforme a su fe.

Dorothy está casada con Mark McLean, de 44 años, y viven cerca de Edimburgo (Escocia). No tienen hijos. En marzo pasado, a Mark le diagnosticaron un tumor cerebral que exigía una intervención inmediata de drenaje por un problema de hidrocefalia, bajo riesgo de muerte inminente. Sobrevivió a la operación y dos meses después pudieron irse de vacaciones a Florencia, pero allí sufrió un desmayo. De regreso a casa, ha habido que operar de nuevo.

Dorothy bromea con la lista de cosas favoritas que Mark escribió antes de que el cirujano les desvelase que tras la nueva operación tendrá que llevar de por vida un drenaje desde el cerebro al estómago: la primera, un estrúdel de cereza bien caliente; la segunda, su esposa Dorothy; la tercera, una solemne misa tradicional; la cuarta, un generoso almuerzo a base de carne asada al romero con patatas asadas, regado con un vino chianti y tiramisú como postre; la quinta, nadar en el Mediterráneo; la sexta, una cama fresca para dormir la siesta después de comer; la séptima, la luz del ocaso a través de una vidriera.

Ahora Mark está hospitalizado de nuevo, en un estado realmente complicado, y Dorothy 
ha escrito una nueva entrada en su blog de Lifesitenews para transmitir las reflexiones sobre el matrimonio que a ella, experta escritora sobre la soltería, le suscita su nueva situación:


La enfermedad se llevó su chispa y su encanto, pero nunca he amado tanto a mi esposo
Durante muchos años tuve un blog que era muy popular entre la gente que llevaba siendo soltera muchos años. Se llamaba Seraphic Singles. Conocí a mi marido dos años después de iniciarlo. Mark era uno de mis lectores. También él llevaba un blog que dejó cuando nos comprometimos; creo que era su modo de aliviar la soledad. Tal vez también el mío lo fuera para mí.

Cuando escribí en mi blog que nos habíamos comprometido, los lectores me preguntaron si empezaría un blog sobre la vida matrimonial. La idea no me gustó. Sabía mucho sobre qué significa ser una católica soltera de más de treinta años, perome sentía inadecuada para escribir acerca del matrimonio. ¿Qué podía saber yo sobre este tema?

Llevo ya casada ocho años y mi marido está en la cama, con daño cerebral tras la segunda de dos operaciones invasivas. Ahora puedo aportar algo a la antigua discusión sobre la vida matrimonial.


Amor a primera vista
Elegir un esposo es, probablemente, lo más importante de la vida adulta. Yo tenía 37 años cuando elegí a Mark, por lo que a pesar de mi juventud casquivana, había tenido tiempo para adquirir algo de sentido común.

Lo que me enamoró de Mark fue que era amable, divertido, alegre, inteligente y apasionado sobre muchas cosas interesantes. Cuando daba una conferencia en su trabajo lo hacía con tanto entusiasmo como si fuera la primera vez que la daba, cuando en realidad ya la había dado innumerables veces antes. Era también un apasionado converso al catolicismo, después de servir a Dios durante años como anglicano. Amaba a Dios. Y tenía temor de Dios. Todas las personas que conocí en su ciudad natal, en Escocia, le amaban. Yo me sentía cada vez más atraída por su cuerpo delgado y sus grandes ojos azules. Y él parecía estar muy atraído por mí, lo que fue una bendición, porque más o menos 36 horas después de conocerle ya estaba enamorada de él.


La prueba del amor
Ahora muchas de esas cualidades se han perdido: durante cuánto tiempo, nadie lo sabe. Mark se esconde en su habitación y no deja que sus amigos y compañeros, preocupados, le vean. Suele estar triste y, a menudo, confuso. Su vista está tan dañada que no puede leer, por lo que se pasa el día escuchando la radio. Cuando está muy lúcido, se queja. Sólo Dios sabe cuándo estará bien para poder trabajar de nuevo.

Durante las dos semanas siguientes a su operación, el único tema de conversación de Mark era el dolor que sentía. La morfina le ha quitado el apetito, por lo que está raquítico. Está demasiado cansado para afeitarse y se niega a bañarse más de una vez a la semana: parece un San Antonio en el Desierto, o un San Jerónimo en uno de sus momentos más malhumorados. Uno de los ojos de Mark es más pequeño que el otro y no sé por qué. El más grande sobresale en su cara demacrada.


Solo con mirarse
Pero quiero deciros algo: tiene su rosario en la cama y me repite una y otra vez que me ama. Y yo le amo mucho más ahora que cuando acababa de casarme con él. Me casé con Mark porque era inteligente, divertido y bueno. La inteligencia y la diversión, por el momento, han desaparecido, pero la bondad permanece. Y es suficiente.

La bondad era suficiente cuando le visitaba en el hospital y mi marido, antes muy locuaz, no tenía nada que decir. A veces nos cogíamos de la mano y nos mirábamos mutuamente, Mark a través de una neblina de morfina. Esas silenciosas conversaciones han sido las más importantes de nuestro matrimonio. Sin la mediación de las palabras, le decía que le amaba y él me decía que me amaba. Pienso que esto es lo más cerca que el amor humano puede estar de la Adoración Eucarística.

Cuando era una joven romántica, deseaba un marido grande y fuerte que me protegiera de los tempestuosos vientos de la vida adulta: la soledad, la pobreza, el trabajo duro, los hombres malos. Cuando era una soltera de mediana edad y más realista, pensaba más en términos de compañerismo, pero la idea de la protecciónseguía presente en mi mente. Siempre me gustó que Mark me acompañara a casa desde la parada de autobús cuando ya había oscurecido. Pero ahora veo que este papel protector está compartido.


Algunos consejos
Mi consejo para cualquier mujer que esté tomando en consideración casarse con un hombre es que se lo imagine tumbado en una cama de hospital, sedado y con daño cerebral. Y entonces, de una manera menos romántica, que se lo imagine sin afeitar durante semanas, quejándose, malhumorado, diciendo que no quiere bañarse mientras ella hace el trabajo de casa, mientras mira de reojo el reloj que la avisará para que vaya a ocuparse de su otro trabajo a tiempo completo. Si sigue queriendo casarse con él, magnífico. Si no, debe abandonar la idea.

Una vez casados -sacramentalmente, entre adultos en total libertad- ésta será la vocación para siempre. No hay vuelta atrás. Hay que hacer que funcione, y esto siempre implicará un gran trabajo. Los esposos tendrán que respetarse y si uno de los dos, después de la boda, pierde el respeto por el otro, el que lo mantiene tendrá que ayudarle a recuperarlo.

"Cuando se me hace difícil vivir con mi marido", le dije una vez a una amiga casada que se sentía triste, "pienso en lo duro que debe ser para él vivir conmigo y me animo. Funciona de maravilla".

Mi amiga se quedó asombrada por el consejo.
"Ningún sacerdote me ha dicho esto antes", me dijo.
"Porque ningún sacerdote es una mujer casada", le respondí.
Ésta es la esencia del matrimonio: recordar que, en la medida de lo posible, tienes que ver el mundo, incluyéndote a ti mismo, a través de los ojos de tu cónyuge. Por lo tanto, al final no se trata de casarte con "la persona adecuada", sino de ser, tú, "la persona adecuada".

Traducido para ReL por Helena Faccia Serrano.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:ReligionEnLibertad.com
http://es.catholic.net/op/articulos/66123/

Soy católico. Perdón por existir




Soy católico. Perdón por existir



Con perdón, sin ofender, todos hermanos, perdón… pero estoy un poco hartito de la noticia de la supuesta agresión a dos homosexuales por parte de un grupito neonazi. Una agresión tan horrible que consistió en que realizaron gestos nazis, escupieron y llegaron a golpear a las víctimas de la agresión, aunque no constan lesiones.
Bien, pues desde hace tres días vengo escuchando repetidamente la noticia en todos los informativos de la televisión y la he visto en todos los medios de prensa. Cada día la vuelven a dar. Horror, terror y pavor. Falta de respeto, falta de tolerancia, necesidad de respetar los derechos de todos.
Con pocas horas de diferencia hemos sabido que la capilla de la universidad autónoma de Madrid ha sufrido otro ataque, con desperfectos, pintadas y lanzamiento de artefactos incendiarios. Repito los calificativos: horror, terror y pavor. Falta de respeto, falta de tolerancia, necesidad de respetar los derechos de todos.
¿Derechos de todos? No se lo crean. Mientras por todas partes se condena esa agresión a una pareja gay en la plaza Pedro Zerolo, nadie ha dicho una palabra de condena ante el nuevo asalto a la capilla de la universidad autónoma de Madrid. Sí, hay algunas condenas personales, pero uno echa en falta que los partidos y las agrupaciones políticas lo condenen expresamente. Nada. Es una capilla católica. Los mismos grupos de gays y lesbianas y todo lo demás lo podían haber condenado en aras de un proclamar la libertad para todos. Je.
Imaginen, porque imaginar todavía es libre, que en la universidad tuviera un local alguna asociación del arco iris. Imaginen una pintada en contra y no digamos un artefacto incendiario en su interior. Imaginen, ya digo que de momento es gratis, que la banderita sufre un ligero daño. Qué digo dar la noticia, allí estarían todos los medios realizando programas especiales en directo, y veríamos a todos nuestros políticos rasgándose las vestiduras. Sí, los mismos que llevan un mes felicitando el ramadán a nuestros hermanos musulmanes. Los mismos que jamás han felicitado a los católicos por Navidad o Pascua.
Hoy, digan lo que digan los musulmanes, los arco iris y sus adláteres, si hay un colectivo marginado, ridiculizado, agredido y despreciado, es el católico. La capilla de la autónoma ardiendo. Una religiosa en Granada agredida por el hecho de ser monja. A mi compañero lo han apedreado alguna vez. A mí me han insultado varias. No es difícil hacer un calendario y un itinerario con ataques a la libertad religiosa. No pasa nada.
Estamos solos. Los grandes partidos o atacan abiertamente o callan y sonríen. Nadie da la cara por nosotros. La Iglesia, con la cosa de la tolerancia, tampoco. Notitas simplonas y rezar. Sacudir a un católico es gratis. 


Jorge González Guadalix


Jorge González Guadalix
Sacerdote diocesano de Madrid. Se presenta y se define como cura. Licenciado en teología pastoral, lleva más de treinta años ejerciendo su ministerio en parroquias de la diócesis, algunos de ellos como párroco rural. Arcipreste varias veces, ha pertenecido por dos legislaturas al consejo presbiteral de Madrid y al consejo diocesano de pastoral.
Como añadido a su labor de párroco ha hecho un poco de todo: coordinador de pastoral de un colegio de más de dos mil alumnos, director espiritual de un gran colegio mayor, profesor de religión, profesor de teología pastoral... internauta y bloguero por libre y desde ahora en Infocatólica .
Si quieren ponerse en contacto con 

Artículo originalmente publicado en InfoCatolica.com



¿Qué actitudes o cosas pueden estar amenazando -en nuestro tiempo- la esperanza del cristiano?




¿Qué actitudes o cosas pueden estar amenazando -en nuestro tiempo- la esperanza del cristiano?

Creo que se pueden identificar en nuestros días, al menos cinco grandes amenazas o retos teológicos contra la esperanza cristiana


Por: P. Miguel A. fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 



Pregunta:

La cuestión que deseo plantearle puede parecer un poco singular, pero se trata sobre la virtud de la esperanza y es: ¿en qué actitudes o cosas podemos conside­rar que se está amenazando —en nuestro tiempo— la esperanza del cristiano?

Respuesta:

Estimado amigo:
Al hablarme usted de «esperanza del cristiano» debo entender que se refiere a la esperanza teologal, no a las esperanzas humanas; por lo que respondo teniendo en cuenta esta perspectiva particular[1].
Pues bien, creo que se pueden identificar en nuestros días, al menos cinco grandes amenazas o retos teológicos contra la esperanza cristiana.
Primera amenaza: los cristianos que viven una fe esquizofrénica
Me refiero a los que «creen» en Dios pero no esperan la vida eterna.
A pesar de la extensión que diversas formas de indiferencia religiosa han ido adquiriendo en los últimos tiempos, nuestros pueblos (por ejem­plo en Hispanoamérica) siguen siendo, gracias a Dios, mayoritariamente religiosos y cristianos (cuando no católicos). Sin embargo, llama la aten­ción que no pocos de los que se declaran cristianos y católicos, al tiempo que confiesan creer en Dios, afirman no esperar que la vida tenga continui­dad más allá de la muerte.
¿Qué Dios es ése en el que dicen creer quienes piensan que no ha vencido a la muerte y que, como consecuencia, es esta quien tiene la últi­ma palabra sobre la vida del hombre? No puede tratarse, ciertamente, del Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Dios vivo y verdadero. No puede ser el Dios personal y cercano a sus criaturas, en especial a los seres humanos, a quienes ha creado a su imagen para establecer con ellos una relación mu­cho más fiel que la que nosotros anudamos con nuestros seres queridos.
La desconexión entre la fe en Dios y la esperanza en la vida eterna no sólo pone de manifiesto una cierta crisis de esta esperanza, sino también de la fe en Dios. La fe en la resurrección y en la vida eterna está íntimamente unida a la verdadera fe en Dios. Hoy en día se hace necesario, por eso, proclamar de nuevo nuestra fe pascual (la fe en la vida eterna basada en el misterio pascual de Cristo, es decir, en que «si morimos con Él, viviremos con Él»: 2Tim 2,11); en que nuestras vidas, junto con la creación entera, «libre ya del pecado y de la muerte», como dice la Plegaria eucarística IV, serán definitivamente asumidas en la vida de Dios.
Segunda amenaza: la acobardada predicación de la esperan­za de la vida eterna
Es difícil escuchar en la predicación, en la catequesis y en la enseñanza de la religión católica, una clara presentación de la esperanza cristiana en la vida eterna.
Tal vez sea cierto que en el pasado se han predicado de manera poco seria o poco teológica algunas verdades de la vida eterna —aunque no hay que hacer mucho caso de esta dialécticas que hacen tanto hincapié en «an­tes se exageraba…»—; pero esto no justifica que se silencie o el que se defor­me la fe de la Iglesia en la vida eterna. El Credo concluye solemnemente con esta proclamación de esperanza, tan unida a la fe en Dios: «creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna». Si no se habla de estos temas, o si se habla de modo inapropiado, el corazón mismo de la fe en Jesucristo queda negativamente afectado.
Además, el descuidar las verdades de la muerte, de la gloria y de la posible condenación eterna tendría, entre otras, la grave consecuencia de que los fieles, carentes del alimento sólido de la fe, que viene a saciar con creces el hambre de amor perenne que experimenta la naturaleza humana, se sientan tentados de dar oídos a supersticiones o ideologías incompati­bles con la dignidad de quienes son hijos de Dios en Cristo. Dicho de otro modo, si no se predican estas verdades, tales como las enseña la fe católica, se entrega la mente de los fieles al pasto de las supersticiones.
Tercera amenaza: la desesperanza que nace del fracaso de la ideología del progreso
El final del siglo XX y el comienzo del XXI han mostrado al hom­bre el estruendoso fracaso de las ideologías que trataron de hacernos creer que el hombre es el constructor prometeico de su futuro, de un porvenir siempre mejor; la enseñanza, en fin, de todos los humanismos laicos y ateos que elaboraron un modelo de esperanza secularista (los socialismos, el nazismo, el marxismo, etc.).
Es indudable que todavía muchos siguen ilusionados con esta quimé­rica visión del progreso histórico (que sigue prometiendo la felicidad en la tierra, como hace la ciencia con sus investigaciones sobre la clonación y otras quimeras biológicas); pero también son cada vez más los que, alec­cionados por el derrumbamiento de las grandes utopías y alarmados por las consecuencias indeseables del «progreso» (en términos ecológicos o de justicia social), han empezado a dudar de que el futuro (por esta senda, al menos) vaya a poder traer todo bueno. Esta es la razón por la que, en las últimas décadas, se haya puesto de moda hablar del «fin de la historia», no en un sentido apocalíptico, sino como un cambio de civilización[2]. El hecho es que según señalan los estudiosos, uno de los resultados de esta «crisis de la modernidad» es la difusión de una cierta desesperanza. Desesperanza que se manifiesta en que ahora se trata de orientar todos los deseos del hombre al modesto horizonte de lo cotidiano: vivir una vida serena, sin preocupaciones, sin hacernos tantas ilusiones sobre el progreso y el futu­ro… aprovechar el tiempo que tenemos sobre este mundo… lo que, en el fondo, no es más que una forma de desesperanza disfrazada: sólo tenemos esta vida, aprovechémosla para vivir tranquilos.
No es mala una esperanza humilde y hasta escondida en lo cotidiano[3]; pero es preocupante que vaya tomando cierta carta de naturaleza la pura y simple desesperanza.
Cuarta amenaza: el retorno de formas ancestrales de esperanza
Como el hombre «necesita» tener esperanza, si la fe cristiana no se la da (por falta de predicación y de auténtica catequesis), aquel la buscará en otra cosa que le «prometa» algo futuro. De aquí el fenómeno del retorno de formas primitivas o ancestrales de esperanza, «recauchutadas». El ser humano necesita el futuro, no puede vivir sin proyectarse hacia el porve­nir. Por esta razón, nuestra descreída cultura echa mano, con frecuencia, de creencias ancestrales o de supersticiones para tratar de responder a la i­nevitable demanda de esperanza. De este modo, paradójicamente, junto a la ciencia y la técnica más avanzadas, florecen en el seno de nuestra socie­dad (y, por cierto, con gran vigor), la astrología, los horóscopos, la quiro­mancia, y todas las formas de adivinación del futuro. También se recupe­ran, más o menos adaptadas, diversas formas de antiguas creencias sobre la supervivencia del hombre, como, por ejemplo, la reencarnación. Y quienes creen en esto no son solo personas sencillas y sin estudios, sino, a menudo, profesionales, políticos, literatos, educadores y científicos.
Quinta amenaza: el egoísmo
Aunque parezca mentira hay que señalar como una forma de deses­peranza el fenómeno del culto más o menos cínico al propio provecho, como única meta de la vida. Es decir, el hecho, cada vez más extendido, de personas que sólo les interesa su propio interés, ya tome este forma de ex­plotación de los demás, de avaricia desenfrenada, de lujuria, de corrupción, etc. Me refiero a la actitud de aquellos que sólo buscan su propio bien, «aunque revienten los otros»; actitud extendidísima. Esta es la sustancia del «capitalismo salvaje», es decir, del egoísmo exacerbado que caracteriza la «postmodernidad». ¿No es esto una forma de desesperanza, que encara la vida como algo de lo que hay que sacar todo el jugo posible (exprimién­dolo de los demás) porque se piensa que no hay un más allá donde recibirá premio o castigo de sus actos?
Aunque se podrían señalar también otras amenazas para la esperanza, estas cinco ya nos dan bastante que pensar.
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[1] Y voy a aprovecharme, para hacerlo, de una parte de un valioso documento de la Comisión Episcopal Española para la Doctrina de la Fe, del año 1995, Esperamos la resurrección y la vida eterna, (26 de noviembre de 1995).
[2] Después de ¿El Fin de la Historia? (1989), Francis Fukuyama volvió a la carga con este tema con The End of History and the Last Man (1992).
[3] Cf Pablo VI, Exhort. Apost. Gaudete in Domino, 6-8.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:El Teólogo Responde

viernes, 28 de julio de 2017

Louis Armstrong, mucho más allá que un mundo musical maravilloso




Louis Armstrong, mucho más allá que un mundo musical maravilloso

Por: 4 Agosto, 2016
 
Una de las figuras más carismáticas del mundo de la música sin duda es Louis Armstrong y sus canciones. Lo llamaban Satchmo, también Pops y fue con su trompeta un innovador y una de las voces emblemáticas del jazz. Es muy difícil que alguien en el planeta Tierra no haya escuchado su tema What a Wonderful World, aquella canción optimista de los sesenta que te hace ver la belleza imbatible que hay en muchas cosas y situaciones, sin importar el entorno que te rodee. Pero Louis Armstrong consiguió ese hit ya en los últimos años de su carrera, para entonces ya había puesto en el aire mucha música inolvidable que hoy queremos recordar. Esto, a propósito del conmemorar su nacimiento un 4 de agosto, en Nueva Orleans, no podía ser otro sitio la cuna del jazzista más célebre que hay.


Su niñez decidió su profesión

Su pueblo de nacimiento se llama Storyville y vaya que Louis hizo honor a esa cuna, pues realmente tuvo muchas historias por contar. Su vecindario era muy estrecho, fue abandonado por su padre casi al nacer y su madre era trabajadora sexual; así que para ayudar con los gastos del hogar, cantaba en las esquinas por unas monedas. En 1913 entró a un correccional porque hizo unos tiros al aire, y temiendo vivir toda su vida en ese ambiente, decidió que la música era lo suyo para salir de allí. Tuvo la fortuna de toparse con una familia de inmigrantes judíos lituanos, los Karnofsky. Ellos le regalaron su primera trompeta. Además de vivir el racismo imperante en esa época contra los negros, también vivió junto a ellos el antisemitismo
“Yo tenía sólo siete años, pero podía notar el miserable trato que los blancos le daban a esta pobre familia judía para la cual trabajaba… de la cual aprendí cómo vivir una vida verdadera y con determinación”.
Louis Armstrong

Las bandas en las que estuvo

La escalera hacia su éxito comenzó de joven. Empezó con la Fata Marable tocando en barcos, tocando en el río y cantando para los pasajeros en St. Louis en 1919. Allí duró dos años, pues surgió la oportunidad de reemplazar a uno de sus mentores, King Oliver, en la banda Kid Ory. Luego el mismo Oliver le pidió que toque en su banda Creole. No lo pensó mucho y fue hacia allá. Luego estuvo un pequeño lapso en la orquesta de Fletcher Henderson, donde logró revolucionar. Su prestigio fue creciendo tanto que se decidió crear su propia banda llamada los Hot Five, donde realizó su primera grabación para el sello Okeh en 1925, el cual incluía la famosa rendición de “Saint Louis Blues” con Bessie Smith. Sumó dos músicos más y conformó los Hot Seven, con quienes tocó especialmente swing.
Aquí veamos una recreación de los tiempos en que cantaba en los barcos:
Luego de la II Guerra Mundial el swing perdió vigencia y junto a magníficos jazzistas para conformar la All Stars, su banda emblemática.

Con Creole Jazz Band:
Con los Hot Five:

Con los Hot Seven:
Con los All Stars:

Estas canciones de Louis Armstrong son buenas canciones, no en vano el gran jazzista Miles Davis considera una de sus mayores inspiraciones

¿Por qué le decían Satchmo

Por sus gran boca. Por lo general los trompetistas debido a la enorme cantidad de aire que trasladan al soplar, terminan estirando mucho sus cachetes y ese era el caso de Armstrong. Se dice que proviene de la expresión “Such a Mouth” (vaya boca o bocazas), pero también hay quienes dicen que viene de la combinación creativa de las palabras satchel (bolsa) y mouth (boca).

What a Wonderful World 

Sin duda su canción legendaria es What a Wonderful World, pero él ya era una leyenda antes de ella, que fue hecha para él en 1968, cuatro años antes de su muerte. Fueron Bob Thiele y George David Weiss con la idea de ser un relajamiento al clima político por cuestiones raciales de la década de 1960. Es una tonada muy optimista que quizá para la época no combinó mucho, especialmente en Estados Unidos, aunque luego de la muerte de Luther King Jr y Bobby Kennedy en 1968 asomó como una tonada que daba esperanza pese a nos ser de protesta social.
Por su parte, en Gran Bretaña sí pegó muchísimo a todo nivel, tanto así que desplazó de los primeros lugares a los Beatles. Con el pasar de los años fue escogida como banda sonora de Buenos Días VIetnam, en 1987 y se popularizó mucho más de lo que fue en su época. Ahora suena como una de las canciones emblemáticas del jazz, con su voz ronca y quebrada, suena a alguien que tras vivir mucho, confirma que las mayores felicidades están en las cosas más simples.

¿Qué te piensas sobre la vida de Louis Armstrong y sus canciones?