300 investigadores buscan el origen de Tartesos
- Científicos de 10 países desentrañan la considerada primera civilización
- Tartesos se desarrolló en Huelva, Sevilla y Cádiz entre 1.000 y 500 a.C.
- El historiador José María Blázquez pronunciará la conferencia inaugural
- El congreso comienza este martes y se extenderá hasta el sábado.
- El congreso se desarrollará en torno a seis mesas redondas.
Si existió o no una ciudad llamada Tartesos es aún una incógnita que, quizás, nunca llegue a resolverse. Durante años especialistas de todo el mundo han estudiado esta civilización, considerada la primera de Occidente, que se desarrolló entre los años 1000 y 500 antes de Cristo y tuvo su área neurálgica en las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, con ramificaciones en Extremadura y Portugal.
El primer congreso internacional Tartesos 'El emporio del metal�, que reunirá hasta este sábado en la Universidad de Huelva a 300 personas, tratará de poner en común los distintos estudios llevados a cabo a lo largo de las últimas décadas por especialistas de diez países y una veintena de centros de investigación, con el objetivo último de transmitir a la población una explicación consensuada sobre qué fue Tartesos.
Para el director académico de este congreso y catedrático de Arqueología de la Onubense, Juan Campos, la importancia principal de este encuentro radica en que, por primera vez, se ha logrado reunir a expertos de todo el mundo y de diferentes áreas "para intentar rescatar a Tartesos del largo letargo en que ha estado sumida esta civilización, la primera letrada de la Península Ibérica, y confrontar las tesis e hipótesis que actualmente se están desarrollando para tratar, al menos, de sacar algo en claro".
Tras muchos años de investigación, ya están trazados los parámetros básicos de una cultura que se extendió a lo largo de 600 años y que tuvo su centro en diversas ciudades estado asentadas en el Bajo Guadalquivir y la provincia de Huelva, principalmente. Aspectos religiosos, sociales, políticos y económicos están prácticamente definidos, pero todavía quedan por desentrañar algunos matices como los orígenes y la cronología exacta de esta civilización que tuvo como fuente de riqueza la comercialización de los metales a través de Huelva, como puerto fundamental.
"Dejar Tartesos como un asunto cerrado va a ser imposible", pero este congreso nos permitirá hacer un parón y poner sobre la mesa las grandes líneas y conocimientos que se han averiguado en los últimos años, así como poner al día toda la información recabada", subraya Campos.
Este primer encuentro internacional, cuya conferencia inaugural ha dictado el historiador José María Blázquez, tiene como presidenta honorífica a Su Majestad la Reina Sofía y ha sido impulsado por el editor Manuel Pimentel y el comité organizador está compuesto por la Universidad de Huelva, Tierra Creativa, la Fundación Caja Rural del Sur y la empresa Atlantic Copper.
Restos de caballos hallados en el santuario tartésico de El Turuñuelo en Badajoz. IAM-CSIC
Hallan en Badajoz 16 caballos sacrificados en un santuario del siglo V a.C.
Un gran banquete precedió a la ofrenda que incluye dos toros y un cerdo
Al pie de una escalinata, en el siglo V a.C., los tartessos realizaron un sobrecogedor ritual antes de quemar y destruir uno de sus templos. Un gran banquete precedió al sacrificio de 16 caballos, dos toros y un cerdo en el santuario del actual Turuñuelo, en la provincia de Badajoz.
Un enorme caldero, una parrilla, pinchos para la carne y gran cantidad de platos, vasos y jarros dan una idea de la importancia de la celebración que tuvo lugar. En un edificio de dos plantas, las ánforas y los cestos de cereales formaron también parte de una gran ofrenda que ha quedado conservada en el tiempo.
Esto es lo que ha encontrado un grupo de investigadores del Instituto de Arqueología de Mérida en un yacimiento que forma parte del proyecto Construyendo Tarteso, dirigido por Sebastián Celestino Pérez y en el que colabora la investigadora Esther Rodríguez.
Aunque los motivos de la quema no se conocen, los científicos lo relacionan con los acontecimientos a los que se enfrentó la cultura tartessa. "Abandonaron toda la zona hacia el 400 a.C. Aún desconocemos las causas, pero coincide con la llegada de los pueblos célticos del norte peninsular", ha explicado a este diario Sebastián Celestino Pérez.
En las excavaciones, que comenzaron en 2015 y se han sucedido en tres campañas, se desenterró este año una escalinata de 10 peldaños entre las dos plantas que forman un edificio cimentado con técnicas arquitectónicas novedosas.
La escalera está formada por sillares cuadrangulares que se fabricaron con un mortero de cal, arena y arcilla, lo que constituye un elemento de construcción no conocido en la península ibérica, por el momento, hasta la llegada de los romanos.
El equipo de arqueólogos ha encontrado en una de las estancias una bañera, que también está hecha con estos mismos materiales, "relacionada con un ritual de purificación antes del banquete ritual", según ha apuntado Pérez
Los investigadores calculan que al ritmo al que van los trabajos y desenterrado ya el 10% del yacimiento, en aproximadamente una década se podrá ver el edificio completo.
A esto contribuye su buen estado de conservación debido a la solidificación de las paredes de adobe gracias al incendio que se produjo como colofón del ritual de clausura, con el sacrificio de animales y un banquete final. Los gruesos muros de la edificación, de hasta tres metros de ancho, también han ayudado a preservar el túmulo.
Otros objetos de bronce como un quemaperfumes, coladores platos pintados con bandas rojas, vasos de inspiración griega, huesos y conchas han llegado hasta nuestros días gracias al hecho de que el templo fue, además, sepultado "para no ser violado", ha añadido Pérez.
¿Un lugar de peregrinación?
A pesar de que no conocerse con exactitud la función del santuario en la cultura tartésica, se piensa que podría haber sido un lugar de peregrinación en el que los visitantes realizaban transacciones comerciales y celebraban ceremonias socialescon la veneración a los dioses.
"Hay un objeto de bronce donde se representa mediante palomas a Astarté, la diosa de tradición fenicia que adoptaron los tartesios. El altar tiene la forma de piel de toro que simboliza a Baal, el dios masculino", ha afirmado el investigador.
La cultura de los tartessos, que se asentaron en el Bajo Guadalquivir y valle del Guadiana en el siglo VIII a.C., proviene de la interacción de los pueblos colonizadores mediterráneos, como los fenicios, con los propios habitantes indígenas. Se trata de un pueblo que estableció numerosas relaciones comerciales con otras culturas como griegos, egipcios o etruscos.
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