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Luisa Carnés
Luisa Carnés | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Luisa Genoveva Carnés Caballero | |
Nacimiento | 3 de enero de 1905 Madrid, España | |
Fallecimiento | 12 de marzo de 1964 (59 años) Ciudad de México, México | |
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Escritora | |
Empleador | ||
Seudónimo | Clarita Montes | |
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Luisa Genoveva Carnés Caballero —también conocida por el pseudónimo de Clarita Montes (Madrid, 3 de enero de 1905 - Ciudad de México, 12 de marzo de 1964) fue una escritora y periodista española.
Biografía
Nacida en una humilde familia madrileña, su padre, Luis Carnés, era barbero y practicante, y su madre, Rosario Caballero, era sastra, pero abandonó el trabajo para cuidar de seis hijos de los cuales Luisa era la mayor. Abandonó la escuela a los once años y entró como aprendiza en el taller de sombreros de una tía suya, trabajo que dejó para pasar al obrador de una pastelería. Como cuenta en una entrevista que le fue hecha en 1930
- «A los once años aprendí un oficio. Entonces, quizás, surgieron en mí las inquietudes, que aún no me han abandonado, las preguntas a las que todavía no he hallado contestación. ¿Por qué las mujeres se odian entre sí tan terriblemente?»
En esas mismas páginas confiesa que en 1923 cogió «la pluma por primera vez para hacer un cuento» y que, como no se podía «gastar un duro en un libro», se alimentaba «espiritualmente con los folletones publicados en los periódicos y con las novelas baratas» y así fue ascendiendo «hasta Cervantes, Dostoievski, Tolstói...» de manera autodidacta a través de textos que adquiría e intercambiaba en librerías populares, mientras trabajaba también desde 1928 como telefonista o mecanógrafa en la casa editorial Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP) donde conoció a su primer marido, el dibujante Ramón Puyol (1907-1981), del que tuvo un hijo. Disfrutó de alguna notoriedad literaria y tras el cierre de la editorial emigró a Algeciras. Pero volvió a Madrid, donde trabajó como camarera en un salón de té que le inspiró su según algunos mejor libro, Tea Rooms. Gran parte de su obra está imbuida de su ideología, pues fue militante del PCE y apoyaba a Clara Campoamor en su defensa del sufragio femenino. Defensora activa de la causa republicana, al estallar la Guerra Civil escribió artículos y teatro de combate en su defensa que estrenó con Rafael Alberti hasta que pasó a Francia por La Junquera; se libró de ir a parar a un campo de concentración gracias al ofrecimiento del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, y así terminó exiliada en 1939 en México embarcándose en el famoso trasatlántico Veendam junto con un puñado de intelectuales republicanos. Allí permaneció hasta su muerte en marzo de 1964 en un accidente de automóvil, aunque su familia se salvó. Dejó un corpus literario de una decena de novelas, una sesentena de cuentos, tres piezas de teatro y centenares de crónicas.
Obra
Su primera obra, Peregrinos del calvario (1928), reúne una serie de novelas breves con influencias de Dostoyevski, Tolstoi, el folletín y la novela popular, en un tono religioso común a sus primeros textos. Ya con esta obra asombró a los críticos por la madurez de su estilo, de su fuerza expresiva y excelentes dotes de observación. Así, con sólo veintitrés años, irrumpiría con fuerza en los círculos literarios madrileños, y pronto se convertiría en una de las figuras femeninas más destacadas de la cultura española de los años 30 gracias a su narrativa social. Colaboró activamente en los principales medios de comunicación de la época, en especial en La Voz y en los semanarios Estampa y Crónica, con cuentos, relatos y reportajes.
En 1930 aparece su segunda publicación narrativa, ambientada en Madrid y con una interesante figura como protagonista que da nombre a la obra, Natacha, ambientada en un taller textil en el que trabajó durante un tiempo. Fue saludada por la crítica como una obra madura. Y en 1934 se publica Tea Rooms. Mujeres obreras su novela más marcadamente social, una novela-reportaje con experiencias reales de las mujeres trabajadoras de la época, reeditada en 2016.
En 1936, ya iniciada la Guerra Civil, irrumpe en la escena española con Así empezó..., estrenada el 22 de octubre en el Teatro Lara de Madrid (rebautizado como Teatro de la Guerra, sección teatral del Altavoz del Frente ), un drama de agitprop en un acto que recibió excelentes críticas por su "originalidad e interés".
También escribió otras dos obras dramáticas publicadas en México, sin que haya quedado constancia de su estreno: Cumpleaños (1966) y Los vendedores de miedo (1966)
«Luisa Carnés ha sido triplemente olvidada: por comunista, por exiliada y por mujer»
Charlamos con David Becerra Mayor, profesor de Literatura en la Universidad de Lieja y artífice de que la editorial Hoja de Lata descubriera a Luisa Carnés.
¿Quién fue Luisa Carnés?
Podríamos decir que fue una sin-Sinsombrero. Las Sinsombrero eran mujeres intelectuales que en su mayoría procedían de la clase media-alta que, desde esa posición, rompieron, en cierta medida, con su clase para luchar por la emancipación de la mujer. Luisa Carnés, sin embargo, fue una mujer de clase obrera, autodidacta, que antes de dedicarse a la literatura había ejercido distintos oficios, entre los cuales se cuenta el de camarera, cuya experiencia fue fundamental para escribir «Tea rooms». Por eso podríamos decir que Luisa Carnés es un caso exepcional, casi único, porque ella no cuenta, desde su posición privilegiada, la vida de las clases subalternas, no se dedica a dar voz a los que no tienen voz; ella misma representa al sujeto subalterno que precisamente porque le han negado la posibilidad de expresarse, porque le han robado la palabra, ha decidido ella misma tomar la palabra para contar su propia historia y la de su clase. Tal vez por eso su olvido ha sido incluso mayor que el que sufrieron las otras mujeres de la (mal) llamada Generación del 27: su discurso era doblemente transgresor, subvertía desde la clase y desde el género. Luisa Carnés ni siquiera fue recuperada en el proceso de recuperación de las mujeres del 27. Ella ni siquiera tuvo el «privilegio» de ser una Sinsombrero.
¿Por qué no hemos sabido nada, o casi nada, de ella en los últimos años?
Ni en los últimos años, ni en las últimas décadas. Luisa Carnés ha sido triplemente olvidada: por comunista, por exiliada y por mujer. «Tea rooms» no se había vuelto a publicar desde 1934. El canon literario español del siglo XX se construye -conviene no olvidar tampoco las relaciones entre canon e ideología- durante el franquismo, y el canon que hemos recibido ha dejado fuera toda una tradición literaria realista, social, comprometida. Apenas nada sabemos de los novelistas sociales de los años treinta, como Carnés, Arconada o José Díaz Fernández, como también casi hemos olvidado ya a los novelistas sociales del medio siglo, como Armando López Salinas, Jesús López Pacheco o Antonio Ferres.
¿Cómo valora la recuperación de la obra de Luisa Carnés por parte de Hoja de Lata?
Creo que Hoja de Lata, con la publicación de «Tea rooms» y la antología de cuentos de Carnés, está haciendo un gran trabajo de recuperación de la memoria literaria de este país -una tarea que está en consonancia con lo que está sucediendo en la sociedad española en los últimos años. En ese volver la mirada hacia atrás de forma crítica, hemos empezado también a reivindicar otra memoria cultural que difiera de la memoria cultural que hemos heredado del franquismo; hemos empezado a reivindicar una memoria cultural donde autoras como Luisa Carnés tengan cabida.
¿Y cómo valorarías la figura de Luisa Carnés en la historia de la literatura española?
Es una figura excepcional en tanto que encarna la voz de un sujeto subalterno que toma la palabra para contar su propia historia y la historia de su clase.
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