jueves, 10 de agosto de 2017

¿Por qué Cataluña no puede declarar la independencia unilateralmente si el derecho internacional lo permite?





Alfonso Pozo García-Muñoz
Carlos Garcia Azofra
Aclaración previa sobre el enunciado de la pregunta.
Como ya han comentado algunas personas, la pregunta parte de un equívoco flagrante. El derecho internacional NO permite las declaraciones unilaterales de independencia. Es de sentido común: ¿quién querría perder parte de su territorio? No creo que exista ninguna nación establecida que quiera hacerlo, así que todas, de una u otra forma, tratan de proteger sus fronteras -en la medida de sus posibilidades- de cualquier forma de secesión. No hay que ser ningún experto en derecho internacional para imaginar que todas las naciones establecidas se respaldan en este aspecto, al menos formalmente.
Hablemos de Canadá.
A los nacionalistas catalanes les gusta mucho hablar de Dinamarca en los últimos tiempos. Yo prefiero hablar de Canadá.
The Economist suele publicar periódicamente sus índices de calidad democrática. En esta página web bastante reveladora puede verse una infografía, sobre un mapa mundi, en la que consultar el grado de calidad democrática de cada país en 2016, así como el histórico de los últimos años.
No difiere mucho de las que publican otros medios e instituciones. Lo digo por si alguien guarda sospechas respecto a The Economist y desea consultar otras fuentes. Hay muchas. Pero todas coinciden en señalar a Canadá como uno de los países de mayor nivel por lo que a calidad democrática se refiere, junto a los países escandinavos y Nueva Zelanda. Casi siempre son los mismos.
Veamos un aspecto concreto del nivel de democracia en Canadá: Toronto siempre ha sido calificada como un ejemplo de integración y convivencia pacífica entre razas y religiones, siendo reconocida como una de las grandes ciudades multiculturales del mundo y un ejemplo a seguir a nivel internacional.
Dicho esto, aquí anexo la página de Wikipedia en la que se explica la metodología para componer este índice. También aparece una tabla con la nota de todos los países ordenados de mayor a menor según su nivel de calidad democrática:
Como digo, a mí personalmente, lo que me lleva interesando desde hace un tiempo no es exactamente el asunto catalán, sino el asunto canadiense. Y me hago una pregunta para la que no tengo respuesta. Todavía. Es la siguiente:
¿Quién, en su sano juicio, querría independizarse de un país como Canadá? ¿Cuáles podrían ser sus razones objetivas?
En el mencionado ranking de The Economist para 2016, Canadá aparece situado como el sexto país del mundo con mayor calidad democrática. Así que, me hago la pregunta una y otra vez…, y no encuentro respuesta.
De ahí que me resulte tan difícil imaginar qué razones habrían llevado a la mitad de los quebequeses, aproximadamente, a querer independizarse de Canadá y montar semejante pollo para seguir viviendo como antes de la independencia aunque…, eso sí, enfrentados con la otra mitad de sus ¿compatriotas? Este enfrentamiento, imagino, haría bajar notablemente la calidad democrática de Quebeq respecto de su nuevo vecino, Canadá. ¿Habría salido ganando algo Quebeq? Lo dudo mucho. ¿Perdería algo Canadá? No lo creo. Pero puedo estar equivocado.
No se me ocurre qué causas podrían favorecer ese ferviente y testarudo deseo de secesión por parte de los nacionalistas quebequeses. Se aceptan ideas.
Bueno, en realidad sí tengo una idea aproximada de las razones que llevaron a los nacionalistas quebequeses a desear independizarse de un país que no les ponía ninguna traba para su desarrollo identitario, el mantenimiento de sus símbolos, de su idioma, de sus tradiciones, de su autogobierno y de todo lo que identifica a un quebequés como tal.
La respuesta que me doy es la siguiente: los anglosajones dirigían, y dirigen, Canadá porque son el grupo mayoritarioEste es el meollo del asunto. A los canadienses francófonos no les gusta absolutamente nada que la nación, Canadá, esté dirigida por la mayoría anglosajona y angloparlante, ni que, por supuesto, metan las narices en los asuntos de Quebec.
No es un problema de personas, pueblos o realidades culturales diferentes, se trata más bien de asuntos relacionadas con el orgullo nacional y los aspectos económicos -que siempre yacen agazapados en el fondo de esta clase de conflictos y acaban apareciendo finalmente como la razón principaly demás razones de peso que tanto suelen gustar a nacionalistas y supremacistas. Suelen ser esa clase de intangibles tan fáciles de manipular en los colegios, telediarios, medios de comunicación afines y demás parafernalia política.
Los nacionalistas siempre están preparados para reinventar la historia y utilizarla como arma arrojadiza o como vehículo para educar a los jóvenes indefensos. Y para el caso de que esto no fuera posible, se prepara convenientemente un agravio económico y punto.
En 1998, y tras dos referéndums en los que salió No al proceso de independencia, el gobierno de Canadá acudió al Tribunal Supremo -allí el Supremo se ocupa también de los temas constitucionales- para que clarificara de una vez por todas los aspectos en los que debería basarse un mas que posible -en aquellos momentos- tercer proceso de secesión. El 29 de junio del año 2000, el Tribunal Supremo canadiense emitió un documento conocido como Clarity Act -Acta de aclaración o de clarificación- en el que destacaban dos aspectos:
  1. Se deberá obtener una mayoría reforzada a favor de la secesión, en torno al 60% de votantes, si no recuerdo mal. Y un porcentaje mínimo de participación, o quorum.
  2. Reciprocidad en la definición de fronteras. “En el caso de que determinadas poblaciones concentradas territorialmente en Quebec solicitaran claramente seguir formando parte de Canadá, debería preverse para ello la divisibilidad del territorio quebequés con el mismo espíritu de apertura con el que se aceptaba la divisibilidad del territorio canadiense”.
Ni que decir tiene que, desde entonces, el independentismo quebequés ha perdido fuelle porque -y con esto volvemos al principio de mi respuesta- ¿quién quiere perder parte de su territorio? Los nacionalistas quebequeses están tranquilos. Por ahora. Apenas tengo dudas de que en algún momento volverán a la carga.
Como se puede comprobar, ha tenido que ser finalmente un tribunal -llámese Supremo o Constitucional- el que se ha visto obligado -a petición del gobierno central de Canadá- a poner fin a la cadena de infinitos referéndums que se avecinaba. No iba a haber calma ni tranquilidad hasta que los nacionalistas quebequeses se salieran con la suya.
No sé cuántas veces he oído a políticos independentistas catalanes, participantes en foros de diarios digitales y ciudadanos entrevistados en la calle, decir que se harán los referéndums que hagan falta hasta conseguir la independencia. Cada uno es muy libre de definir la democracia como mejor le convenga, pero a mí esta forma de hacer las cosas me parece de todo menos democrática.
Por último, una vez hecha esta referencia a la Clarity Act- y sobre todo al punto 2 que acabo de señalar-, me hago también un par de preguntas.
Si, como es el caso de Cataluña, no quieren -o no pueden- tener la paciencia suficiente para buscar una solución negociada a su conflicto, y prefieren hacer sureferéndum a las bravas…, ¿con qué base legal van a obligar a otras comarcas y regiones de Cataluña que no quieran separarse de España a seguir siendo catalanas? Y aún más, ¿con que fortaleza moral podrán convencerlas de que las cosas no se hacen a las bravas, sino de acuerdo a las leyes del estado; en este caso, del nuevo estado catalán?
Es que hay montones de preguntas sin responder. Malditas preguntas. ¡Con lo fácil que es hacer un referéndum unilateral al grito de Democracia!



Mapa del Democracy index de The Economist 2016. En él, los tonos más azules identifican a los países más democráticos, y los tonos rojos más oscuros, a los más autoritarios.



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