jueves, 4 de mayo de 2017

La diferencia entre el dolor y sufrimiento





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Duelo, un camino de amor por Anji Carmelo


La diferencia entre dolor y sufrimiento




Podemos definir el dolor como un estado de total desequilibrio que nos hace daño y que es causado por un impacto fuerte, duro y desestabilizador a raíz de una agresión o pérdida. Afecta física, emocional y mentalmente, y perdura hasta que la persona se pueda restablecer.
El sufrimiento suele tener las mismas causas, pero puede indicar la potenciación emocional y/o mental del desasosiego y malestar. A veces puede llevar a una imposibilidad de reacción y la negación de encontrar remedio y solución.
Todos hemos experimentado que la pérdida de lo que más queremos, trastorna tanto que el resultado es un desbarajuste total. Todos los elementos que antes nos proporcionaban lo que necesitábamos para poder hacer frente a la vida y sus dificultades, de pronto dejan de estar, ya que posiblemente lo que más nos ayudaba a mantenernos seguros y protegidos era precisamente la persona que se ha ido. El daño causado por esta ausencia de lo imprescindible multiplica más allá de lo que podemos aguantar la dificultad de la situación extrema en la que nos encontramos.
El dolor resultante es lógico y nadie niega que va a ser extremadamente difícil de superar. Ese tiempo necesario para recomponer y restaurar es lo que llamamos duelo. Algunos ya hemos pasado por las distintas fases e intuimos lo que vamos a necesitar para conquistar una vez más el equilibrio necesario para superar y retomar nuestra vida que de pronto ya no tiene nada que ver con lo que era antes.
Uno de los desenlaces que ya conocemos muchos de los que estamos en los grupos de duelo, ha sido la transformación del dolor en la capacidad de ir más allá y potenciar el amor. Vivir este cambio nos ha hecho capaces de acompañar, apoyar y aliviar, gracias a haber podido sobrevivir lo peor que nos ha podido pasar y cosechar los recursos que ese esfuerzo suele proporcionar.
Esta transformación puede ser simbolizada por la mariposa, que también puede representar a nuestro ser querido que ya no está. La mariposa como vemos en mi libro De oruga a mariposa marca el final de todo proceso de duelo y nos devuelve el vuelo que nos une para siempre con ese ser querido que ya se encuentra por encima de todo dolor, todo sufrimiento. Cada proceso de dolor sincero acaba con el nacimiento de la mariposa.
El otro camino que nos puede atrapar y alejarnos de un desenlace liberador es el sufrimiento. El sufrimiento destaca todo lo peor de la situación que estamos viviendo. Es como si nos pusiéramos unas gafas que sólo nos permiten ver lo negativo y dañino. No quiero negar los efectos de lo que podría ser la pérdida mayor que jamás nos ha enfrentado pero si quiero destacar la capacidad que tenemos de sobreponernos una y otra vez para seguir con todo lo que en un principio compartíamos, sea una pareja, unos padres o incluso un recién nacido. La presencia larga o corta de ese ser que ya forma una parte importantísima nuestra nos ha proporcionado esa parcela de felicidad y maravilla que sólo nos pueden regalar aquellos que queremos a través de los lazos sutiles e irrompibles del amor. Y esos lazos jamás desaparecen. Incluso podríamos decir que están más fuertes que nunca ya que el amor no es materia y ese vínculo sutil es el más fuerte de todas las uniones capaz de sobrevivir cualquier ausencia, cualquier reto y convertirse en nuestra razón de ser para seguir adelante por encima de todo. Llega un momento en el que sabemos que la distancia no ha podido y no podrá y eso nos salva del sufrimiento y la tiranía de lo perecedero.
No quiero que os quedéis con la idea de que el sufrimiento es para siempre ya que aunque difícil de superar porque conlleva muchas veces la desaparición de la esperanza, somos capaces de poder con todo y en cualquier momento podemos cambiar.
La capacidad para el cambio es la herramienta más potente que tenemos, no sólo en las situaciones difíciles sino incluso en aquellas que parecen imposibles.
Desde la situación más dura cuando creemos no poder seguir adelante, tenemos que confiar en nosotros y en nuestro poder de transformación.
Nadie está exento de volver a renacer, por mucho que seamos presos de la desesperación y el sufrimiento. En cualquier momento podemos sorprendernos y cambiar lo que parecía imposible. Muchos hemos conquistado lo imposible y estamos ayudando a que otros también puedan.
Confiemos en nosotros, confiemos en el amor y confiemos en la Vida.

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